Tres meses de ‘Viaje al infierno’: agradecimientos, locuras y el arranque del Bostonverso

 

Tres meses. Tres jodidos meses desde que Viaje al infierno; primera parada: Boston salió al mundo y me dejó soñando con metas altas, más contento y más en deuda con la gente que con cualquier banco.

Ahora os voy a decir tooodo lo que he vivido en mis carnes estos tres meses: nervios, resacas de alegría, reuniones, mensajes inesperados, alguna que otra noche en vela pensando «¿y ahora qué?», algún que otro cabreo, decepciones y subidones de adrenalina.

Ha habido cosas que me han dejado con la sonrisa tonta estos meses: estar en prensa local, sí, en Información, el periódico que devoraba de crío, fue una marcianada preciosa. Además, Juan Fernández se presentó con el tema bien preparado y la charla fue fácil y de verdad. Cosas así te hacen sentir pequeño y gigante a la vez. Y ojo, que ayer estuve hasta en la tele, y he pasado por Onda Cero Radio o Radio San Vicente. Demencial.

También he vivido momentos que no olvidas: la firma en la Feria del Libro de Madrid fue un espaldarazo a mis ganas de seguir. Caseta 363, gente de pie, caras conocidas, mecenas que me apoyaron desde el crowdfunding y lectores que vinieron solo por curiosidad. Vendimos, firmé, me eché fotos y me llevé un montón de abrazos y palabras que todavía me dan calor cuando las recuerdo. Fue justo lo que necesitaba cuando la parte de promoción se me hace bola.

En lo personal: escribir es lo que más me flipa. Todo lo demás, promocionar, vender, hablar con distribuidoras, me cuesta. Es la parte menos sexy del oficio y la que más trabajo me pide. Tengo sentimientos encontrados con la editorial. Me han acompañado, me han dado oportunidades, como estar en la feria del libro, cojones, me dieron una oportunidad cuando nadie había oído hablar de mí. Pero he echado en falta un poco más de acompañamiento, publicidad o repercusión, asesoramiento. A quien quiera escribir, que tenga en cuenta que el mundo editorial no es, ni de lejos, tan bonito como lo pintan. Aun así estoy agradecido a la editorial, que conste. Pero este trimestre me ha demostrado que compensa, porque detrás de cada correo, cada compra y cada mensaje hay una persona que ha decidido entrar en el Bostonverso contigo. Y eso no tiene precio.

A nivel creativo, he aprendido a no obsesionarme con el ruido inmediato. Hay artículos, hay firmas y hay posts, pero lo que realmente importa es seguir escribiendo. Seguir puliendo personajes que te persiguen, seguir ahondando en esa atmósfera que me putoflipa. Las buenas historias, al final, se sostienen solas si las tratas bien.

Gracias. De verdad: gracias por venir a las firmas, por leer, por comprar el libro, por mandar mensajes privados que me alegran el día, por compartir en redes y por comentar en voz alta en una cafetería «este tío escribe cosas que te tocan». Gracias a los mecenas, a los amigos, a la familia, a los compis de podcast y a quien se tomó cinco minutos para decir algo bonito. Todo esto es vuestro tanto como mío.

Si tienes fotos de alguno de esos tres meses (firmas, lecturas, el libro en tu estantería), súbelas, etiquétame y usa el hashtag #Bostonverso. Me hace una ilusión del demonio ver cómo esta historia se mueve fuera de mi cabeza.

Nos vemos en la siguiente parada. Y recuerda: si el libro te da pesadillas, es que lo estás leyendo bien.